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La madre nació en Anaya de Alba, Salamanca, en 1948, donde vivió rodeada de familia extensa y con mucha libertad para correr y jugar al aire libre hasta los nueve años. A esa edad, sus padres la enviaron a un internado para que siguiera estudiando. La dura disciplina del internado y la falta de libertad y de privacidad le resultaron experiencias duras. Por esa época, su padre, que era panadero, decidió vender el negocio y mudar la familia a Salamanca, entre otras razones, porque la emigración a Alemania había dificultado la contratación de obreros locales. Su madre, a la que describe como una persona excepcionalmente inteligente, insistió en que todos los hijos hicieran carrera. A ella le gustaba Biológicas, pero se decidió por Trabajo Social, que se podía estudiar en Salamanca, para no volver a alejarse de los padres. Terminó la carrera ya casada y no llegó a ejercerla porque su marido tuvo que viajar mucho por trabajo durante los primeros años del matrimonio. Han tenido dos hijos y ella ha insistido en que conocieran mundo y estudiaran. Aunque tanto ella como su marido han enfrentado serios problemas de salud, han sido, y siguen siendo, felices. Ella se siente satisfecha de su vida y afortunada por haber podido realizar sus sueños. El último, viajar a Japón. Su hija, que la entrevista, nació en Madrid en 1975 y trabaja en el departamento comercial de una compañía multinacional.

La madre nació en Madrid en 1956 en una familia de inmigrantes andaluces. Cuenta que fue una niña con una gran falta de afecto porque ni su padre, un hombre autoritario y de Falange, ni su madre se lo proporcionaron. Ambos tenían comportamientos violentos con los hijos. La familia tenía pocos recursos y a ella la sacaron del colegio a los nueve años para que se ocupara de las labores domésticas. A los catorce años estudió mecanografía y taquigrafía y entró a trabajar en un laboratorio. Entregaba a sus padres el sueldo íntegro. Se casó a los diecinueve años enamorada, pero también deseando independizarse de los padres. Ya casada, se sacó unas oposiciones para trabajar en el servicio de limpieza de las instituciones penitenciarias y esto supuso un gran cambio en su vida porque dejó de depender de su marido económicamente. El matrimonio terminó en separación después de repetidos abandonos del hogar por parte del marido y de muchos años de maltrato físico y psicológico. La entrevistada ha sabido fomentar una relación estrecha entre ella y su hija y ha procurado que esta no cometiera sus mismos errores. La hija nació en Madrid en 1977 y es trabajadora social. Su madre disfruta viendo la libertad y la alegría con que su hija está criando a su propio niño.

María José Picó Robles y su hermana melliza nacieron el 28 de marzo de 1962 en el Hospital General de Alicante. Durante la segunda noche después del parto, una enfermera le comunicó a su madre que una de las niñas estaba “malita” y, unas horas más tarde, que había muerto. Cuando en 2011 María José inicia la búsqueda de su hermana, las numerosas irregularidades y ausencias en los registros llevaron al fiscal de menores a dictar orden de exhumación. Ninguno de los restos encontrados coincidió con el ADN de los padres de María José. A pesar de eso, se archivó el caso.

La madre nació en Villadiego, Burgos, en 1925. Fue a la escuela hasta los catorce años. Desde muy niña y hasta que se casó, trabajó en el negocio de ultramarinos de los padres y en las labores domésticas de la casa familiar. A los doce años de casada, con cuatro hijos, enviudó. Al morir su marido, mantuvo a la familia con su trabajo de sastra y de telefonista. En la entrevista, habla de su escolarización, más limitada que la de sus hermanos, de la convivencia con un padre muy autoritario y de lo mucho que ha trabajado para sacar a los hijos adelante y darles estudios. Tras quedarse viuda, no quiso encerrarse en casa y cultivó una extensa red de amistades, además de estar siempre muy presente en las actividades sociales de Villadiego. Ha sido, y sigue siendo, ávida lectora y buena jugadora de julepe y de parchís. Se describe como una mujer independiente que ha sabido adaptarse a los cambios políticos y sociales, y que ha disfrutado de la vida, de las amistades y de los viajes que ha podido hacer después de los sesenta años. La hija que la entrevista es trabajadora social y nació en 1963, también en Villadiego. Ahora vive en Toledo.

La madre nació en Puerto Serrano, Cádiz, en 1932. Su hija, en Sevilla en 1959. La madre se crió en un cortijo familiar con sus padres, hermanos, tíos y primos. Dejó el colegio a los doce años y aprendió a cortar y a coser por correspondencia mientras esperaba a hacerse mayor de edad para cumplir su sueño, que era irse a las misiones. Durante un tiempo tuvo su propio negocio de costura en casa, pero el exceso de trabajo le ocasionó problemas de salud y lo dejó. Abandonó también la idea de las misiones, se casó y tuvo tres hijos. Por el trabajo de su marido, vivió en Madrid y en El Cairo, y fue muy feliz en ambos sitios. La Transición democrática fue una época difícil para ella porque la hija que la entrevista se interesó por la política, se afilió a las Juventudes Comunistas y decidió acompañar a su novio a Bélgica cuando este desertó del servicio militar. Aun no compartiendo la misma ideología, la madre siempre apoyó a la hija económica y emocionalmente desde la distancia. Su hija la describe como una mujer que siempre ha defendido la igualdad de hombres y mujeres, y que ha educado a sus hijos en consonancia.

La madre nació en 1937 en Cifuentes, Guadalajara. Se quedó huérfana de padre a las quince meses, cuando este murió en el frente de Teruel luchando en el bando republicano. Con cinco años se mudó con su madre a Madrid, donde fue al colegio hasta los quince o dieciséis años. Después, realizó trabajos varios para ayudar a la economía familiar y a los dieciocho pasó un año en Inglaterra estudiando inglés. De casada, desarrolló una intensa labor de educación en los barrios populares de Madrid, participó en reuniones clandestinas de lectura, debate y crítica de la dictadura, y se integró en grupos de cristianismo de base. Se divorció cuando sus hijos ya se habían independizado y desde entonces ha hecho varios viajes largos a Guatemala, donde continúa realizando trabajo social. En Madrid, colabora con un centro de ayuda al inmigrante. En la entrevista, habla sobre todos estos temas y sobre su compromiso moral e ideológico con las causas de los más marginados, en particular, las mujeres. Su hija nació en Madrid en 1962 y es guionista, documentalista y directora de cine.

La madre nació en Valencia en 1945, pero a los seis años se mudó a Madrid con su familia por el trabajo de su padre, un profesor e intelectual republicano que había sacado unas oposiciones para trabajar en la Universidad Complutense. Diez años después, la familia volvió a mudarse, de nuevo por la carrera académica del padre y esta vez a Estados Unidos. Allí, a la entrevistada se le abrió un mundo de posibilidades educativas y sociales que no había tenido en España y experimentó un asombroso crecimiento personal. Por ello, se las ingenió para quedarse en el país cuando la familia tuvo que regresar a España. Cuenta también que su padre les habló siempre en valenciano a ella y a su hermano, como acto de resistencia y reivindicación durante y después de la dictadura. Habla sobre sus experiencias escolares como hija de una familia republicana y progresista que tenía que ir a colegios católicos en España. Explica cómo al llegar a Estados Unidos, sus padres tuvieron dificultades a la hora de aceptar, para su hija, la mayor libertad de la que gozaban las jóvenes de ese país. Describe su vida de continuos traslados como esposa de un militar estadounidense y su determinación de retomar los estudios después de tener sus dos hijas. Habla de sus cambios personales durante los años de su matrimonio, de su divorcio, de cómo se sintió con la llegada de la democracia a España, y cómo la dictadura y la Transición permearon su carrera de profesora e investigadora. Ahora está retirada y es escritora de ficción. Vive en Filadelfia y viaja con frecuencia a España. Su hija nació en Estados Unidos en 1967, vive en Pensilvania y es también profesora.

La madre y la hija nacieron en Tineo, Asturias, en 1924 y 1943 respectivamente. Ambas vivieron siempre en el entorno rural de Asturias y describen el acusado machismo que existía en el grupo social y familiar. Las familias celebraban el nacimiento de los hijos mucho más que el de las hijas, y los hijos siempre recibían más educación que las hijas. La madre sufrió esta discriminación desde la cuna, pues tiene un hermano gemelo al que se alimentaba mejor que a ella: si alguien tenía que morir, dice, preferían que fuera la niña. Cuando se casó, se fue a vivir a la casa de labranza de la familia de su marido, que era más pobre aún que la de su propia familia. El alcoholismo de su marido la hizo sufrir mucho, a pesar de lo cual ella lo cuidó con esmero y dedicación cuando enfermó y hasta que murió. Madre e hija hablan del duro trabajo físico que han hecho las mujeres de su familia toda la vida. La madre cuenta que se ocupaba del ganado, esquilaba ovejas, hacía tareas agrícolas, amasaba la harina del trigo que sembraba y hacía la matanza. Para desfilar el día de su boda tuvo que montar un caballo bravo, pero le fue fácil porque desde niña sabía montar caballos a pelo. Al día siguiente de casarse, en lugar de irse de luna de miel, se fue a segar el trigo. Hoy, a los ochenta y ocho años, sigue siendo una mujer activa, fuerte y saludable. Cose, cocina y disfruta de su familia y amigos, que la quieren y cuidan.

La madre nació en 1948 en Arizkun, Navarra. De niña, aprendió euskera en la casa, pero toda su educación escolar fue en castellano, excepto las canciones y la enseñanza religiosa. Recuerda que, en su pueblo, el euskera estaba asociado a las familias de los caseríos, a las que se consideraba de menor nivel cultural. Piensa que la educación bilingüe de hoy en día, en euskera y castellano, ha supuesto un progreso social y un enriquecimiento cultural. A los trece años ya ayudaba a los padres en las labores del campo y a los quince empezó a servir mesas y guisar en un hotel. A los diecinueve, se fue a Francia a trabajar en el servicio doméstico. Le sorprendió que las condiciones del trabajo incluyeran vacaciones pagadas y días de descanso. De casada se ha dedicado al trabajo de la casa y ha cuidado a sus padres, que padecieron ambos enfermedades largas. Al hilo de esta experiencia, reflexiona sobre la ayuda que la Ley de Dependencia le supuso durante unos pocos años y se lamenta de la falta de asistencia pública para el cuidado de mayores. Sensible a las necesidades de las mujeres más desfavorecidas, ayuda económicamente a una mujer de Perú a quien no conoce, pero cuya vida le parece dura y difícil. Considera que el menor impacto de la religión en la sociedad española actual ha supuesto una liberación para la mujer. Tiene tres hijas; la que la entrevista nació en 1973 en Iruña, es politóloga y trabaja en cooperación internacional.

Ana busca a su primera hija nacida el 11 de julio de 1981 en la Residencia Francisco Franco de Barcelona, actualmente Vall d’Hebrón. Tras el parto y sin haber visto a su hija, le dijeron que había muerto con malformaciones múltiples. No hay rastros de la recién nacida en el Registro Civil ni hay legajo de aborto y, aunque la familia pagó el enterramiento con su póliza de decesos y tenía nicho propio, en el cementerio le dijeron que la niña fue enterrada en una fosa común.