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La madre nació en Alicante en 1926. La guerra civil interrumpió su educación porque la familia tuvo que refugiarse en el campo. Dice que, para los niños de las familias que compartían el lugar de refugio, aquellos fueron años de libertad y juegos, a pesar de las penurias y de los bombardeos. Al terminar la guerra, se puso a trabajar en el taller metalúrgico de su padre sin sueldo, llevando la facturación y la contabilidad. Cuenta que a menudo los sometían a inspecciones policiales por denuncias de vecinos. Habla de la pandilla de amigos, de la forma en que se cortejaba a las chicas y de su noviazgo. La vida de casada no le resultó fácil por lo abrumador del trabajo doméstico y por el imperativo del sacrificio por los hijos y el marido, de quien tenía que aceptar lo que muchas veces le resultaba inaceptable. Describe las relaciones con sus padres y reflexiona sobre cómo le afectó la falta de educación sexual. Cuando se quedó viuda, tuvo que enfrentar y resolver serias dificultades económicas. Enfatiza que la vida de la hija que le hace la entrevista ha sido radicalmente diferente. De ella ha aprendido muchas cosas en el terreno de la política y de la sexualidad, aunque a veces con sufrimiento. La hija, que nació en Alicante en 1954, es periodista y ahora diputada en Cortes. Dice que sigue aprendiendo de su madre las virtudes del silencio frente a la argumentación impulsiva, la rectitud al considerar que el trabajo bien hecho no necesita premios y la reconciliación con la vida a pesar de las adversidades.

La madre nació en Cádiz en 1949. Su hija, en Bilbao en 1979. Las dos viven en Aragón. A los dos años, la madre emigró a Vizcaya con su familia. Allí, sus dos padres trabajaban muchas horas fuera de casa y ella iba al colegio y se ocupaba de sus hermanos pequeños. A los doce años le encontraron un problema de corazón y a los catorce la operaron por primera vez. Poco después, se puso a trabajar para apoyar la economía familiar, aunque a su padre le hubiera gustado que siguiera estudiando. Al casarse dejó de trabajar, lo que después le hizo añorar la independencia económica que había tenido antes. Ya casada y con su primera hija, se mudó a Zaragoza por el trabajo de su marido. Este cambio de vida le resultó muy difícil. Además de separarse de su familia y amistades, en Zaragoza encontró una sociedad más cerrada, en la que las mujeres tenían menos libertad de la que ella había conocido. Hoy en día está jubilada, viaja con su marido y asiste a un colegio de mayores.

La madre nació en Madrid en 1956 en una familia de inmigrantes andaluces. Cuenta que fue una niña con una gran falta de afecto porque ni su padre, un hombre autoritario y de Falange, ni su madre se lo proporcionaron. Ambos tenían comportamientos violentos con los hijos. La familia tenía pocos recursos y a ella la sacaron del colegio a los nueve años para que se ocupara de las labores domésticas. A los catorce años estudió mecanografía y taquigrafía y entró a trabajar en un laboratorio. Entregaba a sus padres el sueldo íntegro. Se casó a los diecinueve años enamorada, pero también deseando independizarse de los padres. Ya casada, se sacó unas oposiciones para trabajar en el servicio de limpieza de las instituciones penitenciarias y esto supuso un gran cambio en su vida porque dejó de depender de su marido económicamente. El matrimonio terminó en separación después de repetidos abandonos del hogar por parte del marido y de muchos años de maltrato físico y psicológico. La entrevistada ha sabido fomentar una relación estrecha entre ella y su hija y ha procurado que esta no cometiera sus mismos errores. La hija nació en Madrid en 1977 y es trabajadora social. Su madre disfruta viendo la libertad y la alegría con que su hija está criando a su propio niño.

Nació en Coruña en 1947. Le hubiera gustado ser enfermera, pero los estudios superiores no entraban en los planes que sus padres tenían para ella, por lo que se hizo aprendiza de peluquera a los catorce años y realizó ese oficio hasta que tuvo su tercer hijo. No cree que la conciliación familiar haya avanzado mucho desde entonces hasta ahora. Su padre, un hombre de izquierdas, tenía un taller de pintura y un minifundio. Su madre era una mujer religiosa y de derechas. Ella de niña ayudaba con las tareas de la casa y en la recolección de la cosecha. Se hizo novia del que luego sería su marido a los diecisiete años. De sus años de adulta resalta el haber podido superar la presencia asfixiante de la religión y la represión que conllevaba, incluida la falta de información sexual. En este proceso de cambio le ha ayudado mucho su marido, quien, de novios, era parte de la Juventud Obrera Católica. Con él aprendió de política y de sindicalismo. Ella y su pareja se han identificado siempre como de clase obrera. De los cambios que ha traído la democracia, destaca la libertad de la mujer y el no depender jurídica y económicamente del marido. La hija que la entrevista nació en Coruña en 1972 y es arquitecta.

La madre nació en 1948 en Arizkun, Navarra. De niña, aprendió euskera en la casa, pero toda su educación escolar fue en castellano, excepto las canciones y la enseñanza religiosa. Recuerda que, en su pueblo, el euskera estaba asociado a las familias de los caseríos, a las que se consideraba de menor nivel cultural. Piensa que la educación bilingüe de hoy en día, en euskera y castellano, ha supuesto un progreso social y un enriquecimiento cultural. A los trece años ya ayudaba a los padres en las labores del campo y a los quince empezó a servir mesas y guisar en un hotel. A los diecinueve, se fue a Francia a trabajar en el servicio doméstico. Le sorprendió que las condiciones del trabajo incluyeran vacaciones pagadas y días de descanso. De casada se ha dedicado al trabajo de la casa y ha cuidado a sus padres, que padecieron ambos enfermedades largas. Al hilo de esta experiencia, reflexiona sobre la ayuda que la Ley de Dependencia le supuso durante unos pocos años y se lamenta de la falta de asistencia pública para el cuidado de mayores. Sensible a las necesidades de las mujeres más desfavorecidas, ayuda económicamente a una mujer de Perú a quien no conoce, pero cuya vida le parece dura y difícil. Considera que el menor impacto de la religión en la sociedad española actual ha supuesto una liberación para la mujer. Tiene tres hijas; la que la entrevista nació en 1973 en Iruña, es politóloga y trabaja en cooperación internacional.

La madre nació en Salamanca en 1940 y fue a la escuela hasta los catorce años. Hubiera querido seguir la escolarización, pero su madre se opuso. Esta había sido cocinera de una familia acomodada y, después, estraperlista. Su marido era ensolador, oficio que la entrevistada gustaba de observar siempre que podía. Al salir de la escuela, estudió corte y confección y trabajó como modista antes y después de casarse, además de vender productos cosméticos. Considera que las oportunidades de vida para las mujeres eran muy limitadas, que las preparaban únicamente para casarse y tener hijos. Dice que la religión católica, con su doctrina de la obediencia y del sacrificio femeninos, también ejercía presión hacia la conformidad y la resignación con un tipo de vida que en muchos casos no satisfacía a las mujeres. Compara la moral de su época con la de sus hijas en lo concerniente a la sexualidad femenina y a la pareja, y los cambios de mentalidad que ella misma ha experimentado como resultado de las vidas de sus hijas, tan distintas a la suya propia. Recuerda cómo era la vida cotidiana cuando era niña, las condiciones materiales de su familia, las diferencias sociales que observaba a su alrededor y el silencio que imperaba sobre los asuntos políticos, aun cuando una parte cercana de la familia estuvo siempre marcada por el fusilamiento de un hermano de la madre que era republicano. La hija que la entrevista nació en 1964 también en Salamanca y es informática.

La madre nació en Ciudad Rodrigo, Salamanca, en 1946. Recibió de sus padres una educación abierta y liberal. Su padre insistió en que tanto los hijos como las hijas fueran a la universidad, por lo que estudió una Ingeniería Técnica en Madrid. Conoció al que sería su marido mientras hacía la carrera. Ejerció su profesión en unos laboratorios de control de calidad hasta que, después de tener su segundo hijo, la despidieron, siguiendo la política franquista de las empresas con las madres. Al verse obligada a dejar el trabajo, desarrolló una actividad intensa en la asociación de padres del colegio de sus hijos, participando en varias movilizaciones reivindicativas con éxito. Profesa un catolicismo socialmente comprometido que la llevó a trabajar de voluntaria con la Asociación Caminar, asistiendo a niños y mujeres de grupos marginados. Vivió la Transición con ilusión, pero considera que muchos de los logros sociales de los primeros años de la democracia se están perdiendo ahora, y que estamos en un período de amplio retroceso de derechos civiles. La hija que la entrevista nació en Madrid en 1973 y es arquitecta.

La madre nació en Sevilla en 1939. Sus padres se separaron siendo ella todavía niña. La familia vivía de las ganancias de un cortijo que era propiedad del padre, pero cuando este se arruinó, la entrevistada y sus hermanas comenzaron a tricotar y a bordar en casa para cubrir algunos gastos. Fue al colegio hasta los catorce años y después estudió taquigrafía y mecanografía. Trabajó como operadora de telefonía hasta que se casó. Ya con sus hijos crecidos, se sacó el graduado escolar y asistió a talleres de pintura. En la entrevista, describe su infancia en el seno de una familia extensa que compartía la misma casa. Habla también sobre el colegio, las condiciones de su trabajo en Telefónica, el noviazgo, el control de natalidad, el papel de la madre en la familia y la apertura socio-cultural que ella percibió durante la Transición. La hija que la entrevista nació en 1966 en Sevilla, donde trabaja en la coordinación de programas para estudiantes extranjeros.

La madre nació en Fuentes de Andalucía en 1935 y creció en el campo. Su familia, que había perdido posición económica, solo se preocupó por que recibiera una educación básica. No obstante, a los diecisiete años, tutelada por dos tías que eran enfermeras, se trasladó a Sevilla para empezar a trabajar como tal, al tiempo que se formaba en la profesión. Desde joven, por lo tanto, supo lo que era la independencia económica y la extendió a todos los aspectos de su vida. Al casarse, sintió que la perdió, aunque está satisfecha de su trabajo como madre y esposa. Ahora, ya viuda, ha recuperado el gusto por viajar y salir sola a todas partes. Su hija, nacida en Sevilla en 1961, admira de ella su gran vitalidad y espíritu positivo. Ambas hablan sobre la profesión de enfermería, que comparten; sobre lo que las mujeres han ganado desde la dictadura y lo que les queda por conseguir. El modelo productivo y laboral actual, dice la hija, rechaza los aspectos del cuidado, lo que obliga a muchas mujeres a renunciar a aspectos importantes de sus vidas, como la crianza de los hijos o el desarrollo profesional.

Madre e hija nacieron en Paterna del Campo, Huelva, en 1925 y 1961 respectivamente. La madre fue al colegio hasta los diez años y después estudió con un maestro que daba clases particulares. Ya de niña, cosía muy bien y ayudaba a su madre en su trabajo de costurera. Aunque barajó la idea de irse a Sevilla a servir o a coser, se quedó en Paterna y se casó con el novio que conoció a las catorce años. Tuvo cinco hijos con él. Cuenta que ha tenido una vida muy dura porque se ha ocupado de la crianza de sus hijos trabajando, al mismo tiempo, en los negocios que tuvo con su marido: un bar, primero, y varios cines que se mantenían con el trabajo manual del matrimonio y los hijos, desde la limpieza y mantenimiento físico de los locales hasta la venta de entradas y labores de acomodador. Ha sido más avanzada que otras mujeres de su edad en su sentimiento de independencia a la hora de salir a pasear sola o con amigas. Ha valorado y apoyado económicamente los estudios superiores de sus hijos, queriendo darles lo que ella no tuvo.